El maleficio es un mal causado a una persona recurriendo a pretender domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo. Se puede hacer de varias formas, como hechizos, maldiciones, mal de ojo, vudú, macumba.
Ingredientes
- 1 vela o velón de color blanca o azul.
- 1 vaso de cristal transparentes sin dibujos.
- 1 plato blanco.
- Agua potable o agua de mar.
- Añil (Límpido - Cloro).
agarras un vaso de cristal y lo llenas por la mitad de agua, con un plato llano, ponerlo justo encima del vaso mirando hacia abajo, juntarlo y darle la vuelta, de forma que quede el plato boca arriba y el vaso de agua hacia abajo.
Tomas una vela preferiblemente de color blanca. De ser un velón debes quitarle el plástico y la guía metálica inferior del pabilo.
Colocar la vela encima del vaso de agua. Y hacer la oración diaria, con una estampa de San Miguel Arcángel al lado.
Cuando se consuma la vela tirar el agua a la tasa del baño y echar lejía (cloro - límpido) al baño y al vaso.
Volver a poner agua limpia con cada vela que pongas.
Hay que hacerlo durante tiempo, dependiendo del tiempo que lleve hecho el trabajo de la otra persona, en ocasiones se ven resultados en poco tiempo, pero otras veces tarda incluso hasta meses.
Esto es para quitar o anular ataques psíquicos y maleficios.
Oración para implorar a San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia Celestial
¡Oh Príncipe Supremo de la Milicia Celestial!,
te imploro de alma, mente y corazón,
que Tu gloriosa y poderosa intercesión se cumpla en mí.
Por el poder que Dios te ha dado,
San Miguel Arcángel,
destierra de mi ser todos los espíritus impuros.
Que la protección misericordiosa de Tus Alas,
me envuelvan día y noche.
Que Tu Espada de Luz Celestial
corte y expulse los sentimientos malignos,
ataques psíquicos, maleficios y brujería.
Que el Amor de Tu Piadosísimo Corazón
me eleve espiritualmente
y que, en Tus Sagrados Brazos de Padre y Protector,
yo ascienda en gloria y redención al Reino de Dios,
Emmanuel.
¡Oh Padre y Protector durante las batallas!,
guíame para que pueda cumplir el propósito,
retira de mis entrañas las células del mal
y así como una vez Te dignaste guiar a Jesucristo
hasta los pies de la Cruz del Amor,
dígnate, Padre mío,
guiarme por el camino de la humildad y de la entrega.
Sagrado Arcángel Miguel,
que todas Tus Huestes Universales,
las que alaban perpetuamente al Padre Supremo,
desciendan ahora hacia el reino de este mundo,
el que fue creado por la Voluntad de Adonai;
úneme a Tu Reino de Amor y Protección,
para que, como Tu hijo consagrado,
yo cumpla con la promesa
de preparar la venida gloriosa de Cristo.
Cúbreme con Tu Luz,
Amado Príncipe Miguel.
Amén.